Estado actual de la huerta de Don Marcos (Fuente propia)
Un molino del siglo XVII destruido, parcelas clandestinas, viejos olivos y basura acumulada, son algunos de los restos que encontramos hoy día en un paraje que años atrás inspiró a Góngora.
Desde siempre, se ha sabido del gran vínculo que existe
entre Luis Góngora y su ciudad natal, Córdoba. En reiteradas ocasiones, el
poeta ha hecho referencia al amor que le une con la ciudad que le vio nacer.
Asimismo, la ciudad andaluza representada por el ayuntamiento y sus distintas
asociaciones han mostrado públicamente el orgullo que supone para esta ciudad
el vínculo que mantuvo el poeta con la misma.
Uno de los poemas que contribuyo como pocos a engrandecer la
escritura del racionero cordobés fue, sin duda, Polifemo y Soledades. El poema
compuesto en 1613 en silvas de versos endecasílabos y heptasílabo, introdujo una nueva era en la poesía con una
combinación de brillante y atrevida fantasía con el sentido de los valores de
las palabras.
La mención de esta obra, tiene como fin reiterar el vínculo
existente entre el autor y la ciudad cordobesa. Y es que, aunque se ignore y
desconozca mucho sobre este tema, Góngora escribió sus famosas Soledades en un
paraje de difícil ubicación situado en a
tres kilómetros de la urbe cordobesa. Hablamos concretamente de la huerta de Don
Marcos. La huerta es la casa de campo a la cual se retiró Góngora en 1612 para escribir, el que sin duda es uno
de los mejores poemas en español, Soledades.
Dicha huerta, siguiendo las indicaciones que aparecen en
el libro publicado por Antonio Ramos
Espejo, Crónicas de Gerald Brenan, la encontramos en un camino que se accede
por el barrio naranjo a través del
Castillo del Maimón. Por esta ruta se accede al valle, atravesando el
enorme puente de hierro en el que los jóvenes en la actualidad utilizan para
hacer puenting. En esta zona se bifurcan dos caminos: el primero accede a la
fuente de La Palomera y el segundo nos
lleva directamente a la Huerta de San Marcos.
En la época gongorina esta zona se caracterizaba por sus
olivos centenarios, gran cantidad de agua en sus arroyos, palomas sobre las
rocas, un valle abierto al horizonte de trigales...Todos ellos imágenes claves para que el poeta cordobés
diese rienda suelta a su imaginación y escribiese la prestigiosa obra de
Polifemo y Galatea.
En la actualidad, ninguna de esas maravillosas imágenes que el poeta narra
en los versos de su poema tienen
cabida en lo que antaño se erigió como
paradero de un lugar de naturaleza idílica. La naturaleza del Polifemo y Soledades,
se está destrozando a marchas forzadas. El
arroyo que atraviesa los parajes
de la Huerta de Don Marcos está invadido
en ambas direcciones por pequeñas
parcelaciones clandestinas que han
cercado todos los terrenos pertenecen es
a las riberas. Entre el puente de hierro y la huerta, quedan restos poco
evidentes de un molino del siglo XVII. Este espacio que aporto un remanso de
paz para el racionero y fue fuente de
inspiración de buena parte de su obra, ha sido víctima de la crueldad del hombre
que ha tergiversado un paisaje idílico en uno donde el agua de los arroyos
discurre con dificultad entre brozas,
adelfas y restos de basura de los perolistas cordobeses. Donde los cantos de
las aves, el sonido del titubeante viento o el discurrir del agua entre las
piedras quedan eclipsados por una perrera que se encuentra a pocos metros de la
Huerta de Don Marcos.
Esto no es soledad sino abandono comenta Antonio Ramos
Espejo en su libro. Aquí no podrían vivir, ni Polifemo, ni Galatea, ni
Virgilio, ni Milton. Ni siquiera, Luis Góngora. La naturaleza como la historia
sigue vendiéndose por parcelas. Y sigue llamándose la huerta de Don Marcos,
aunque nadie quiera recordar ni allí ni fuera de allí, los dieciocho años que Góngora la eligió por su guarida
creadora, por su riqueza visual y espiritual. Pero en ocasiones, contra el propio
deseo del hombre, los nombres se sobreviven en las circunstancias adversas y se
erigen en dedos acusadores para las generaciones que despilfarran herencias
lastima el periodista.
Convirtamos este patrimonio olvidado en algo más. En lo que
en otros países se hubiese convertido en patrimonio cultural, en algo
histórico. En definitiva, convirtámoslo
en lo que Góngora merece, en lo que los cordobeses queremos.
Fuente: Antonio Ramos Espejo, Crónicas de Gerald Brenan, www.poesi.as/index43.htm
Esta mas bonito que lo que salen en las fotos.Las apariencias engañan.
ResponderEliminarHe visitado la huerta y hay un gran llano verde y unos estupendos y adecuados caballos para montar.
ResponderEliminarHoy no se sostiene desde el punto de vista de la investigación, que Góngora, utilizara aquella Huerta de don Marcos para escribir Polifemo y Galatea.
ResponderEliminarExisten escrituras y documentos, que hablan de que Góngora, tuvo en arrendamiento dicha huerta pero tambien que la subarrendó.